Cuando todos los astros se apaguen en el cielo, cuando todos los pájaros paralicen el vuelo cansados de esperarte, ese día lejano yo te estaré esperando todavía.
José Angel Buesa

lunes, 28 de junio de 2010

Soneto para un sencillo amor...


Me gustas porque sí. Sencillamente
mi corazón te quiere. No hallaría
la palabra de íntima alegría
que te expresara lo que mi alma siente.

Y yo te quiero así. Tan simplemente
como el agua al paisaje, como el día
a la rosa que alza su ufana
frente a la primavera floreciente.

Te amo con sencilla transparencia,
con un amor apenas insinuado
que se vuelve silencio en tu presencia.
Con un tan dulce corazón herido
que si no te dijera que te he amado
lo sabrías oyendo su latido.

Jorge Montoya Toro

domingo, 20 de junio de 2010

Vals de los enamorados y unidos hasta siempre


No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.

Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.

Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, en sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.

MIGUEL HERNÁNDEZ

jueves, 17 de junio de 2010

Menos tu vientre...


Menos tu vientre
todo es confuso.
Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo es postrero
polvo sin mundo.
Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.

Miguel Hernández

lunes, 14 de junio de 2010

Canción del amor prohibido

Solo tu y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuanto amor esconde mi gesto indiferente.

Solo tu y yo sabemos porque mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tu apenas me escuchas y yo no te sonrío...
y aun nos arde en los labios algún beso reciente.

Solo tu y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.

Y así dos orillas tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.

José Angel Buesa

sábado, 5 de junio de 2010

Una extraña certeza


Durante muchos años, a menudo
me he acordado de ti, o de tu imagen
para ser más exacto, pues de aquello
que amamos una vez sólo nos queda
(al igual que de un libro) una muy vaga
impresión general y alguna anécdota.
Y a menudo también me he preguntado,
buscando entre la niebla del recuerdo
no sé si una respuesta, qué dejaste
en mí que sea mío todavía
y si no fue el amor, mi amor por ti
y no tú misma, aquello que aún me importa
y lo que busco aún al recordarte.
Si arde nuestra vida, ¿somos llama
o aquello que se quema y es ceniza?
En esa desmesura que es el tiempo
encuentran su razón amor y olvido
pero no su medida. Al recordarte
lo comprendo tan bien, que importa poco
saber o no saber, sino tan sólo
sentir que fuiste parte de mí mismo
que dentro de mí estás, como mis sueños
que son y no son yo, pero en mí nacen
que ya nunca de mí podrás borrarte
y que, quiera o no quiera yo el olvido
has de seguir viviendo con mi vida.
Qué extraña sensación esa certeza.

Abelardo Linares